sábado, septiembre 29, 2007

Aliento...

Sentirte en la oscuridad, oirte, pensarnos sin intentarlo. Sin imaginarse un mañana porque el mismo se reserva solo para aquellos que quiero, no te quiero.

La contraluz y tu cuerpo delgado, los sueños que se rompen y los gritos ahogados - pueden oirnos - y si el secreto se acaba se acaba el momento.

Manos ajenas y esa imperiosa necesidad que tienes porque parezcamos viejos conocidos, viejos amigos, esa necesidad tuya de hacerme creer que tenemos futuro. Ya no soy tan ingenua.

Y de repente pensar en aquello que si deseo con el alma, saber que no eres tu, y sentirme encerrada. Querer llamarte por un nombre que no es el tuyo y contener el sentimiento, amarrar el alma. No extender las alas.

Y después, me abrazas, como queriéndo pensar que me quieres. No me quieras, escúchame, por favor no me quieras. No quiero quererte.

Y me voy, porque no puedo dormirme y despertar en tus brazos, sería traicionarme demasiado.

Nos vemos mañana, y el beso de despedida que se ha vuelto cosa de todos los días.

Volvernos pasado.

2 comentarios:

RmurilloV dijo...

Hey, Pretty!

Orales... Me recordaste harto a la loca de Puebla (¡¡qué bueno que tú eres de Oaxaca!!).

Pero si se lo enviara, ni así entendería el mensaje. Intenté decenas de poetas ni no funcionó... se lo dije directamente: se resistía a entender el mensaje. Hoy he decidido ignorarla, agregándola a esa reducida lista donde ella ha sido la última en entrar.

Siete años, ¿eh? ¿Qué decía entonces como un impúbero (no que ahora haya dejado de serlo) preparatoriano?

Gabriela dijo...

Querida Lilith:

¿Cómo estás? Hace mucho que no paseaba por estos pasajes siempres melancólicos, como alguna vez te dije...
Ya no mancho ni mis ojos ni las hojas cuadriculadas con letras que arrastren un poco de piel y alma. Ya el tiempo se ha detenido frente a mis ojos y el viento parece mecer todo a su paso menos mis harapos ni mis cabellos. Ya mis latidos se confunden con el "tic-tac" del segundero del reloj y desespero en las noches. Ya el otoño pasó pero soy porfiada al sentir que aún está en mi piel, humedeciendo mis ojos, mi boca y mis recuerdos. Ya estoy aquí y a la vez no. Cuídate, pequeña.
Un beso y ojalá nos crucemos en algún momento. Adiós.

Atte.
Gabriela.