sábado, marzo 24, 2007

- No se como pasó – dijo ella con lágrimas en los ojos – mientras con la mano izquierda apretaba la servilleta de papel... – Simplemente sucedió –

“Y mientras caminabas a mi lado yo me hacía pequeña y sentía que las cosas a mí alrededor se volvían grandes, tan grandes como montañas, tan grandes como sauces, tan grandes como mi miedo a volar.”

Bate las alas, solo bate las alas – Dijo su amiga mientras le quitaba la servilleta, la arrugaba y la tiraba al cesto del cuarto...

Pero Abril sentía que las alas estaban rotas, cansadas, el color azul había desaparecido y se teñían de gris, las manchas se hacían cada vez más grandes, y punzaba, y dolía y parecía que en cualquier momento se podían caer a pedazos.

Solo bate las alas, lo has hecho antes – y le acarició el cabello. En secreto, temía por la muerte de las alas, temía que de verdad no pudiera volver a volar, tantos recorridos juntas, y ahora, de un tiempo para acá, esa mancha gris había aparecido y se había vuelto como una plaga y lo peor, empezaba a temer que fuera contagioso. Tal vez debería alejarse, por protección.

Como si le pudiera leer el pensamiento Abril dijo – No te alejes de mi, no ahora – una súplica que venía desde el fondo de su corazón.

Mientras Maya le decía que no la iba a dejar nunca, Abril se fue quedando dormida, en posición fetal, y de repente su cuerpo parecía tan pequeño, tan frágil, tan débil. Mayaa se acomodó con ella en la misma postura y dormidas, se fundieron en una sola, como eran al principio, cuando las dos partes de Julia eran la misma persona, hace años, hace tiempo ya que no se reconciliaban de aquella manera.

Y Julia despertó, con un par de alas moradas, sintiendo que el sueño que había tenido había sido reparador, tranquilizador, ya no tenía caso recordarlo, la reconciliación trajo paz, pero el sentimiento nuevo se sentía extraño, desconocido y atemorizante, como si la sanidad no fuera más que un producto de su imaginación. En voz baja, para si, repitió una y otra vez mientras caminaba hacia la ventana “Bate las alas, solo bate las alas”.

Abrió la ventana y aspiró el aire frío de afuera... se paró en la orilla y saltó, voló.